Sobre a quién prestarle un micrófono

Tampoco es cuestión de que al hombre se le desgarre la garganta, le queden enredadas las cuerdas vocales y escupa vocablos indescifrables al final de la perorata. Mejor sería prestarle un micrófono y que su voz se metalice amplificada en el recinto. Que nos llegue de todos lados y nos envuelva. Su voz eléctrica y fría de color azul y plomo me la imagino.
Sin embargo, sería prudente no escucharlo. ¿Vos qué pensas? Yo no pienso, escucho. ¿Perdón, te molesto? Un poco.
Quizás mi voz es más cálida y acústica, y te acaricia y no te lastima. Tal vez vos y tu voz sean rojizas. Hablame de nuevo. Tal voz y vos deberían irse, ¿te das cuenta?. Es verdad, el ruido parlante me enloquece. Quién quiere escuchar a cerca de la literatura costumbrista si todavía no logro acostumbrarme a dejar de mirarte, envuelta de misterio y más silencio. Quién quiere descripciones de lugares comunes si aún no me has adivinado posado en tu costado izquierdo. Quién le prestó un micrófono al tipo de gris que se empeña en robarte los ojos y me deja migajas de un perfil gélido e inalcanzable. Te censuro hombredegris y me llevo los ojos y el perfil al café de la esquina. Hablame de nuevo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No deja de sorprenderme Roldán. Excelentísimo. Bss.

Georgia SinClaire dijo...

uy!
q te puedo decir, creo q me identifique en cada oración..
(te censuro hombre de gris!! genial)
me encantó!
:D
saludos-

m a r i e dijo...

me gusta muchisimo el blog.

Eduardo Roldán dijo...

Se agradece enormemente el comentario de todas!
Saludos y besos...