Si las idas...

Sin mas que sus sueños y unos cuantos libros salió una mañana de su casa. Recorrió las viejas calles que aprendieron a quererlo y le contaron historias que él jamás entendió. Se despidió de los rostros estampados en las vidrieras del centro y contempló con ojos inquietos las veredas, y aquellos sitios a los que solía ir con amigos a emborracharse y quedarse dormido en el fondo de algún vaso.

Se detuvo en cada esquina y robó con cada respiro un pedacito de hojas secas y jazmines. Como una triste canción la ciudad le arrancó un par de lágrimas que marcaron sus mejillas como alfileres. ¿Será que sin querer se llevaría consigo todos los veranos o dejaría simplemente que la ciudad se desvanezca silenciosa tras sus pasos? ¿Será que alguna vez encuentre el camino de regreso o la ausencia simplemente borraría sus huellas? Será tal vez que comprendió que en la última esquina dejó apilados junto al cordón de la calle un montón de recuerdos y adióses. Y entendió que nunca volvería. Y se marchó.

4 comentarios:

silvi a. dijo...

Precioso.

Cuando sabemos que no vamos a regresar, lo mejor es tomar un camino difícil de recordar, no vaya a ser que en el fondo de algún vaso se nos ocurra volver.

Los recuerdos hay que dejarlos donde quedaron. Querer vivirlos de nuevo es matarlos en ese mismo momento.

Eduardo Roldán dijo...

Gracias Cigarra! Mejor dejar los recuerdos en donde quedaron, es asi, ....y si volvemos quizás nos enseñen lo que fuimos.

Saludos...

Adriana Menendez dijo...

me gustan mucho tus relatos, gracias por sumarme a tu lista, te sigo leyendo; beso

claudia paredes dijo...

Lágrimas como alfileres! qué lindo eso. Siempre que voy caminando encuentro alfileres pero no los levanto. No sé si la gente tendrá tan buena vista como yo.