De lluvia y velas en el living

El primer estallido de luz blanca se sintió en todo el esqueleto de la vieja casa. El silencio que le siguió vino acompañado de una repentina penumbra que nos sumergió en la más profunda oscuridad. A través de la ventana se empezaban a adivinar las primeras gotas cayendo como pequeños cristales líquidos sobre el rellano de la puerta de entrada y la galería.
Corrí a ciegas a buscar unas velas que minutos después ubiqué caprichosamente en el suelo del living, mientras se comenzaba a dibujar nuevamente tu rostro rodeado de una negrura ondulante y espesa, como las nubes que se arremolinaban cubriendo el pueblo. No dijimos nada. Me vi reflejado en tus ojos mientras mis dedos acariciaban lentamente tus labios por momentos cálidos, y te besé lentamente como aquellas diminutas lenguas de fuego besaban la noche fantasmal que se había apoderado de aquella habitación.
Nos entregamos en silencio el uno al otro, como si fuese lo último que haríamos en nuestras vidas. Despojados de todo tipo de culpas y de ropas, aquella noche conocí los secretos de los confines de tu espalda mientras la lluvia se estrellaba en los ventanales empañados. Te dormiste acurrucada en mi pecho mientras mi mente atesoraba el recuerdo de cada centímetro de tu cuerpo.  
El amanecer serrano me encontró envuelto en sábanas y en el desconcierto de tu ausencia. Te busqué por toda la casa sin hallar rastros. Sólo las velas consumidas y la promesa de que no había sido un sueño. 

4 comentarios:

Emi Gorza dijo...

me encantó este, gracias por pasar, por ver y por interesarte; espero contarte entre los pocos seguidores de esto que recién empieza, por mi parte va a ser un placer leerte y aprender...

Eduardo Roldán dijo...

Emi, gracias por tu visita! contàs conmigo! y yo con vos!..saludos..-

Luisa dijo...

Excelente! Me gusta mucho!

Eduardo Roldán dijo...

Luisa querida! Saludos!