Bar Despedida

Aún no habían terminado sus tazas de café cuando la ciudad se tiñó de gris y empezaron a caer las primeras gotas. Los silencios de aquella pareja aturdían a todos los presentes, y sin embargo ellos, hasta ahora,  jamás se habían escuchado tanto. Cuando por fin la lluvia torrencial rompió el hielo en aquel bar.
Afuera las personas corrían apresuradas con el gesto de aquel que empieza a resignarse una vez que el agua le llega hasta las rodillas. El no sabía como hacer para huir y puteaba para sus adentros, maldiciendo al tiempo y a los desgraciados conductores que jugaban a empapar transeúntes en las esquinas. Ella de vez en cuando lo miraba y sonreía con una mueca que hasta el mozo adivinó falsa. 
Nunca se dijeron tantas cosas, nunca habían compartido tantos odios y miserias entre sorbo y sorbo de café negro y frío.Ya no se soportaban. Era evidente. Como el agua que empezaba a asomarse por debajo de la puerta del local.
La lluvia los había atrapado algunos años atrás en un bar parecido a ese. Un bar en donde él aprendió a quererla, y ella le enseño como. Esta vez era distinto. 
Ella miraba su celular continuamente y él, inquieto, prefería la lluvia a su mirada. Las calles seguían convirtiéndose en ríos. Se levantaron y se burlaron de los curiosos con un beso. El se fue con el gesto resignado y el agua hasta las rodillas. Ella observó desde la puerta, donde el agua ya casi empezaba a desaparecer.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas veces los silencios esconden tantas palabras, tantos gritos ahogados...me sentí muy identificada cn tu creación. Muy buena! Saludos

Eduardo Roldán dijo...

Muchas gracias Jimena! Saludos..

Cristian Ochoteco dijo...

Che, buscá que te publiquen un libro... o hacete el tuyo casero. Te animás? Te interesa?

Abrazo loco...