Tu nombre de ausencia

Nunca tuve demasiada consciencia de que existías. Escuché mil veces tu nombre. Te creía lejana, foránea, como si no formaras parte de nosotros. No te reconocí siquiera cuando aparecías en la cuadra o en el barrio, y los mayores te nombraban casi en silencio, para que los más pequeños no supiéramos demasiado de vos. Quizás si te conociera sería distinto, y hubiese aprendido a llevarte conmigo, en mis adentros. Sé que es inútil comprenderte e intentar desentrañar los porqués de tu existencia.
A veces vienes y te presentas como un juego. En alguna conversación que se dibuja entre risas, con algo de culpa y de abandono. Nadie sabe más de vos que vos misma. Nadie conoce tus formas ni tus intenciones. Solo conocemos el dolor que produce tu nombre de ausencia y tu permanencia y misterio.
¿Porque te empeñas en ser injusta? ¿En ser cuando nadie te llama? Si entendieras tal vez al hombre, como él intenta entenderte. Acabarías por renunciar a tu cometido, y te irías quizás por un tiempo, muy lejos, a reflexionar y hacer un mea culpa tan profundo e infinito como tu presencia entre nosotros.
Cargas con demasiada responsabilidad y tus criterios me desconciertan, me sorprenden como si tal cosa fuera necesaria ¿Es imprescindible que nos enfrentes a la vida de la forma más cruel que existe?
Tal vez le tengas envidia e intentes lastimarla llevándonos de aquí. Tu rencor es con ella, no con nosotros. Sin embargo debo agradecerte, que lucho por amar y querer porque intento contrarrestar la absurda certeza del día en que me toque enfrentarme cara a cara con vos.
Creo que estoy empezando a acostumbrarme a tus pasos, a veces cercanos. Intentaré seguir los mios sin pensar demasiado en vos, pero no te olvido, te tengo presente. Y a pesar de que te odio me enseñas a dar cada uno de esos pasos con mayor fuerza para que la huella sea más profunda.
Aún no se por qué te escribo. Ultimamente has estado rondando por aquí, y te habrás dado cuenta que te miro de reojo y con desconfianza, con esta mi vida cargada de vida, y un puñado de preguntas que tendrás que responder algún día.

3 comentarios:

Soledad Di Pasquale dijo...

ya te lo dije en otro lado... me encantó! precioso lo escrito, colega!

Saludos:)

Eduardo Roldán dijo...

Muchisimas gracias, colega!...

Anónimo dijo...

ella le da significado a la vida,como el odio al amor...
la pena a la alegria.....el llanto a la risa...
no existe una sin la otra.... una es consecuencia de la otra...
no le tengas miedo...
es solo el fin inexorable de esta vida y el comienzo inexorable de vaya a saber que cosa....
Que curioso! esta con nosotros desde que nacemos...y nos parece tan extraña... ida