Por Cristian Ochoteco (Publicista nómade y amigo)
Que la América Latina te resguarde y cobije en tu ascenso.
El aire se mueve lento.
El sol arrastra la caída de unas últimas claridades brumosas.
Al arrío de los dorados aires escuderos
el manto negro vuelve a cerrar un día.
(Y nos va quedando uno menos).
Flota y merodea una paciente fuerza calma.
Lenta, velada, silenciosa,
sin olor ni sombras;
en el aire camuflada.
Nada habrá de claro en las agujas
(no pasa por los relojes, no habrá nada en las brújulas).
Los números callan en su natura;
ahora es la hora infame, indolente y vetusta.
Algo que no sé (algo que aun no se ve)
viene a ocurrir y se acerca...
Se insinúa en un mudo presagio
y excita la extraña espera.
Y sólo llega como un anticipo
de su arribo
la inquietud.
3 comentarios:
Parece, Eduardo, la carta de un condenado a muerte......Está nutrida de desánimo, me estremece.
Un abrazo.
Es de un amigo que deja estas latitudes...seguro que muchas cosas mueren y miles más nacen cuando uno deja atras ciertas cosas. Toda despedida estremece.
Un abrazo Ágape.
Ágape, hasta ahora no lo había pensado... pero más bien diría que soy un condenado a la vida, y a su permanente sonrisa...
GRACIAS LUISEDUARDO!
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