Diez Minutos

Como todas las mañanas tomé el colectivo 10 minutos mas tarde. Diez minutos que son capaces de afectar todo el transcurso del día. Diez minutos que modifican mi fluctuante estado de ánimo y aletargan casi de manera adrede al motor de la vieja carchacha que nos transporta.
Si me preguntas por mi sonrisa, creo que la dejé junto a la taza sucia del café de la mañana.
Hoy todo el pasaje se complota para empujarme. No sé si ubicarme en la parte trasera del colectivo. Evalúo la posibilidad de encontrar mejor posición si apoyo la cola mitad asiento-mitad hombro de señora. No me convence demasiado.
Cual zamba de parque de diversiones de pueblo, el bondi se sacude en un furioso espasmo de velocidad que le devuelve al instante su impronta de tortuga enyesada, deteniéndose frente a la luz roja en la esquina.
Respiro, y me cuestiono el por qué de todas las ventanillas cerradas en plena mañana de verano cordobesa. La próxima parada anuncia un contingente de escolares deseosos de vaya a saber uno qué cosa. Miro mis zapatos lustrados y me despido de ellos, al mismo tiempo que una Nike blanca imprime su sello en mi calzado derecho. Duraron poco, me digo. Si. Diez minutos.
Estampida de mochilas. Siento el incontenible impulso de acercarme al oido de la chica que golpetea su sien contra el vidrio y gritarle algo, previo cuidadoso retiro del auricular de manera de evitar interrumpir su sueño.
- "Muy buenos días damas y caballeros (...) "- "No, gracias" - Pienso que un reloj me vendría bien. Quizás si sube alguno que venda relojes se lo compro. La colección de CDs por ahora no me interesa.
En diez minutos llego. Igual, que importa. Tengo los gestos desgastados como si fuera el final del día. Por lo menos eso se dibuja en el vidrio. Desciendo. - "Otra vez diez minutos tarde"-.
Mañana. Ya no tengo de que preocuparme. En diez minutos vuelvo a casa.

4 comentarios:

Agostina dijo...

No me quedan muchas palabras interesantes para agregarle a semejante texto. Despertó en mí na mezcla de sensaciones. Quizás porque hoy empecé nuevamente la rutina, y vivo eso que describiste varias veces al día. Llegó diez minutos tarde y a pesar de que formo parte de la comunidad escolar también me estrujan las converce mis compañeros. Me agota esa batata, pero debo aceptarla como transporte.
Una genialidad, Edu.

Bel. B dijo...

El viaje en bondi es una lucha, un sacrificio y una aventura que logra cambiar el humor de casi todos los usuarios. El tufo, los olores, las frenadas inesperadas que te hacen volar hasta el final del colectivo, la gente que te roza mientras uno està limpito, la gente que grita por celular, otros que ponen mùsica a todo lo que da como si a alguno de nosotros nos interesara escuchar a las 7am cuarteto, cumbia o reggaeton...
Detesto los bondis! Adhiero a tu post màs que descriptivos de una triste realidad!
besos

Anónimo dijo...

esos diez minutos, suelen causar el maldito malhumor matutino del que muchos hablan, pero no entienden que yo NUNCA me levanto de mal humor, me ponen de mal humor esos benditos "diez minutos"...

Anónimo dijo...

jaja Muy bueno...una descripción perfecta de la aventura de viajar en bus...

Lucía