Hay días que me cansa. Me harta. El hecho de tenerla, de haberla tenido y que, como si nada, nunca se cumpla, nunca se revele. Levantarme cada mañana con un montón y dormir horas después vacío de abandonarlas desparramadas por los rincones de mi casa.
De chico solía hacerme muchas ilusiones, de cuanta cosa me prometieran o insinuaran. El sentimiento que le seguía era la decepción, y el inevitable paso a la automática desconfianza que genera la incertidumbre de nuevas palabras antes oídas en tono de promesas, y juramentos que se olvidan al voltear de espaldas.
Ilusión. Confianza. Confianza en la ilusión. Y la Ilusión en la confianza. Hay días que ambas me revientan.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cree en esa ilusiòn, tene confianza en ella!!!!
A lo mejor necesita que la pongas a volar y le des la chance de sorprenderte alimentada en tu "confianza".
No la abandones, no te rindas...

A.Q.T.Q.M.

Eduardo Roldán dijo...

jajaja gracias Ida!!!

Anónimo dijo...

yo te hubiese dicho algo muy parecido,porque tambien te quiero mucho, pero no fui yo.
Me alegra entonces que exista alguien que pueda alentarte y animarte como lo haria yo.
besos
ida

Cristian Ochoteco dijo...

JUA! Cuántas cosas se pueden hacer con tanta precisión, efectividad y relevancia... sólo con palabras no?

Ilusionar, desilusionar, cansar, hartar, hacer que el hombre se acostumbre al hombre, que el niño deje de serlo...

Y poder contar con tanta claridad todo eso en este genial y breve relato.

Felicitaciones man!